domingo, 20 de abril de 2008

"La amenaza de Andrómeda".Robert Wise.

Era 1972. En una sala de "Arte y Ensayo", mi amigo Enrique y yo, nos aprovisionábamos de chocolatinas "Crunch" y nos disponiamos a ver la película de culto del momento:


"La amenaza de Andrómeda"


Nunca pensé que aquella película me influyera tanto a lo largo de mi vida.



Basada en la novela del mismo título de Michael Crichton (1969), la trama de terror-ficción ofrecía una visión muy de la época de la vida extraterrestre.



Un satélite artificial cae a tierra en las cercanías de un pueblo pequeño. Antes de ser rescatado, un microorganismo desconocido ataca a los habitantes y mueren a causa de la conversión de su sangre en polvo. Sólo sobreviven un bebé que llora constantemente y un anciano que bebe y tose ferozmente.



La clave está en un virus que muta en cada fase de su crecimiento y que obtiene dicha capacidad de la energía sea cual fuere la forma energética que fuese.



Capaz de migrar, pasa de la sangre a los plásticos como el neopreno.



Confinado en un laboratorio secreto de Nevada (Wildfire), es estudiado por un grupo de científicos. El laboratorio está preparado para, en caso de fuga del virus, autodestruirse mediante una detonación nuclear.



Cuando el organismo comienza a descomponer los sellos plásticos del centro, el mecanismo de detonación comienza su cuenta atrás. Cuando alguien llega a la conclusión de que la radiación sólo le proporcionaría más poder, comienza una carrera contra reloj para detener la explosión.



Sólo una persona es capaz de hacer eso: un miembro del equipo que tiene una llave maestra desactivadora.



Y he aquí una de las razones de mi fascinación por la película: La Hipótesis del hombre Impar.



Entendiendo Impar como alguien que no tiene parangón en comparación con un grupo definido de personas, esta Hipótesis-llamada también del Hombre Libre- concede crédito a un supuesto estudio por el que se sabe que un "soltero, varón" tomaría decisiones más acertadas en relación a situaciones muy difíciles, como la desactivación de una bomba nuclear, frente a una amenaza brutal.



En la película, la biomasa vírica es rociada sobre las nubes en el Pacífico, que al descargar la lluvia la hace caer al mar, donde muere.



En la novela, los contenedores del virus son abiertos y el organismo al no encontrar ninguna fuente de energia, escapa al espacio.



La Hipótesis del Hombre Impar (Odd man Hypothesis), fué algo que yo apliqué en algunas tomas de decisiones importantes durante mi vida de ejecutivo.



Quien me lo iba a decir, mientras me comía mi chocolatina "Crunch"...riquísima, por cierto.



Maravillosa película.



Solo como curiosidad, diré que Robert Wise dirigió otras dos películas fuera de serie:





De "West Side Story" sobran los comentarios.
De "El ladrón de cuerpos", sólo una nota: Hare y Burke, junto con sus esposa y amante, respectivamente, mataban por sofocación a los pobres desgraciados que eran escogidos.
El Doctor Knox, anatomista de Edimburgo, recepcionaba los cuerpos para diseccionarlos.
Uno fue ahorcado, el otro, acabó sus días de vagabundo en Londres, ahogado en un pozo de barro.
El cuerpo de uno, fué donado a la ciencia y diseccionado. Su piel encuaderna un libro y su esqueleto cuelga en una sala de un Hospital. Así, la Providencia, cierra el circulo de castigo, de forma equitativa.
Nihil obstat.


3 comentarios:

Maga dijo...

Dudo que la providencia cierre el círculo del castigo. Al menos, en la mayoría de las ocasiones, no lo hace.

Buena piel para un libro...

Maga dijo...

El gato de mi casa

Bendito el gato de mi casa
porque no hay otro Paraíso para él
ni más Eternidad
que el sitio al sol donde ahora duerme.

De modo que mi casa a salvo está
mientras él sueñe.

Eliseo Diego

El Gato Lector dijo...

Nunca un poema estuvo tan "ad hoc".
Sólo con leer el cuentecito que sigue a éste artículo, se comprende que hay mentes en sintonía.

Beso.