viernes, 2 de mayo de 2008

Guatavita.


Yo conocí Guatavita hace 26 años. El espectáculo es fabuloso, sobre todo al caer el sol.
El circo volcánico, lleno de água, refulje de una forma impertinente, pero intensamente bella.
En los alrededores de Guatavita vivian los chibchas, pueblo misterioso.
Sus jefes se sumergían en las aguas y mojados eran espolvoreados-o soplados- con polvo de oro. Una vez cubiertos, tomaban una barca y en la mitad del lago se introducian en el agua.
El oro caia al fondo, como tributo a las dos serpientes.
Los fabulosos "Conquistadores" españoles identificaron este hecho como la legendaria historia de "El Dorado".

Pero eso, ahora, no nos incumbe.
Bochica apareció un día por el Este. Apareció barbado hasta la cintura y con una túnica hasta los pies. Era un anciano.
Bochica enseñó a los hombres como cultivar las tierras, convivir en paz y vivir cástamente.
Predicaba. Vivía como un ermitaño y su palabra era sabia.
Su esposa-su faz femenina, su contrapartner, Huitaca-era lúbrica, esbelta y de gran belleza.
Ella instigaba a beber cerveza de cacto, bailar y hacer el amor.
Sus prosélitos eran legión.
Bochica la convirtió en Luna (o en búho) y vivió dos mil años en la tierra.
Bochica dió leyes y explicó la diferencia entre el bien y el mal. A cambio exigió oro, tabaco y niños.
Como Dios casto, no le agradó que Hunsahua, descendiente del Gran Nompanem, quebrantara el órden establecido por ciertas estrellas que ya no se ven.
Bochica le castigó enamorándole de su hermana. Ella sentía por él la misma pasión.
Despreciados por todos, ella dio a luz un bebé que inmediatamente se convirtió en piedra.
Buscando consuelo, apelaron al Dios Chibchachum y se bañaron en las aguas turquesa de un rio ignoto. Ambos se convirtieron en piedras.
La generosidad del Gran Hacedor les hizo unirse con su hijo en un panteismo final, aún castigados.
El desenfrenado apetito sexual, tan contrario a Bochica, El Legislador, fué la desgracia de otro rey tribal.
Una de sus esposas, la preferida, copuló con un desconocido a las orillas de Guatavita. Justo delante de las puertas del templo que su marido había erigido en honor a las serpientes sagradas que habitaban en los limos del lago.
Preso de ira y celos, dió muerte al amante y obligó a ella a comer los órganos sexuales de su amante. Quien le iba a decir al desgraciado que su última felación iba a resultar tan alimenticia.
Luego, formó un coro y les pagó para que cantaran por toda la ciudad los más abyectos detalles de la infidelidad.
La favorita, había parido una niña. Y aterrada, huyó de palacio.
Arrepentido de su actitud, el rey, suplicó al chamán que le devolviera a su amante y a su hija. Después de lanzar piedras ardiendo al lago, el chamán se sumergió en Guatavita. En el fondo de las terribles aguas encontró a la madre y a la niña. Vivían allí, junto con las serpientes mágicas, que ya eran una. Espantado, volvió a la superficie y le contó al rey que había visto.
Desoyendo los consejos del mago, el rey cornudo, le obligó a regresar y traerlas a las dos.
Así lo hizo. Después de varias horas, el chamán emergió, trayendo entre sus brazos el cuerpecito de la hija del rey, muerta.
La serpiente sagrada, que castiga la soberbia de forma brutal, había devorado los ojos de la pequeña y por ende arrebatándole la vida.
Bochica cabalgaba sobre un majestuoso arcoiris, armado por con un bastón de oro macizo.
Chia, su lujuriosa esposa, inundaba la tierra de agua, generada en su sexo, siempre húmedo.
Yo, aturdido,cansado y ahíto de chicha, me dormí apoyando mi cabeza sobre el vientre abultado de...no recuerdo el nombre.
Dios me perdone.

No hay comentarios: